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La mente del «Guerrero». Parte 3 de 3. Un programa de entrenamiento mental.

Foto del Guerrero

Paso 5: Elegir

Este paso marca una fase de transición: la preparación ha terminado, pero la acción aún no ha comenzado.

El Riesgo de la Zona Confort

A menudo evitamos exponernos a situaciones incómodas, inseguras o llenas de incertidumbre, permaneciendo dentro de nuestra zona de confort. Sin embargo, este afán por protegernos no reduce los peligros; más bien, nos esclaviza al miedo y genera una ansiedad constante. De hecho, la verdadera comodidad y seguridad se encuentran cuando expandimos nuestra zona de confort, enfrentando y superando aquello que tememos.

La fuerza que nos intenta mantener en esa zona proviene del miedo, un miedo que a menudo es más fantasma que realidad. La resistencia al cambio y la incomodidad puede limitar nuestras experiencias, pero el aprendizaje se encuentra precisamente fuera de esta zona. Solo al enfrentarnos a lo desconocido podemos crecer.

¿Es la Elección Correcta?

Las decisiones conscientes se presentan como oportunidades para aprender. Las “malas” decisiones, a menudo, nos enseñan más que las “buenas” porque nos desafían, nos muestran nuestros límites y nos empujan a reflexionar. Para un guerrero, no existen las calificaciones de “bueno” o “malo”; solo existe el conocimiento que se adquiere a través de la experiencia.

El guerrero sigue el camino del corazón, que se rige por la motivación interna y el amor por lo que se hace. El bien y el mal responden a motivaciones externas basadas en el ego. Seguir el camino del corazón significa actuar con convicción y pasión, lo que a su vez elimina el arrepentimiento. Cuando amamos lo que hacemos, nuestras decisiones se hacen más claras y firmes, y se genera un compromiso total que nos otorga un poder casi mágico.

Comprometido ¿con qué?

¿Qué significa elegir afrontar un reto? La clave está en identificar una meta concreta y adecuada con la que comprometerse de forma plena. Tener claro el objetivo es esencial, pero también lo es mantener la flexibilidad necesaria para adaptarse a los imprevistos. El plan debe ser claro, no rígido; abierto a ajustes, pero nunca vago. La idea es encontrar un equilibrio entre una flexibilidad mental que permita la adaptación y una firmeza que asegure el compromiso total. Esa combinación esquiva y poderosa de voluntad, fuerza, precisión, motivación y relajación es lo que debemos buscar.

Al confiar plenamente en lo que tenemos delante, nuestra mente consciente puede desconectarse y ceder el control a los procesos intuitivos, dejando que la acción fluya de manera natural desde el subconsciente. Esto nos lleva a la plena concentración y rendimiento óptimo, lo que a menudo se conoce como «entrar en la zona».

Entrando en la zona de riesgo

El tiempo para reflexionar es importante; sin embargo, cuando llega el momento de actuar, debemos dejar de pensar y lanzarnos a la acción.

Parte del camino del guerrero es elegir, de forma deliberada, cuáles desafíos afrontar y cuáles dejar pasar. No todos los retos son dignos de ser asumidos, y no todos nos llevarán al crecimiento. Pero una vez que se toma la decisión de enfrentarse a uno, la única tarea que queda es dirigir toda nuestra atención y energía hacia él. Solo atravesando lo desconocido podemos obtener más poder y crecimiento personal.

Intención inflexible

Dirigir la atención hacia una elección debería ser un acto liberador y catártico. Cuando centramos la atención en una elección tomada conscientemente, esta se convierte en una nueva fuerza: la intención. La intención es poderosa; se convierte en el motor que impulsa nuestras acciones hacia adelante. Al «cruzar la puerta» de la decisión, debemos entrar en un estado mental de intención inflexible: un compromiso absoluto, con una implicación del 100%. La voluntad de avanzar se vuelve feroz y determinada.

Cuando te comprometes de forma total, suceden cosas que de otra manera nunca ocurrirían. La intrepidez lleva consigo una combinación de genio, poder y magia. Tal vez alguna vez te hayas sorprendido a ti mismo logrando algo que considerabas fuera de tu alcance. Esa sorpresa surge cuando la mente consciente deja de limitarse y permite que el subconsciente manifieste sus fuerzas ocultas.

El factor esencial aquí es el deseo de compromiso. No siempre sabemos si podremos superar el reto, pero sí podemos decidir comprometernos con él. Cuando te implicas plenamente, la atención se dirige hacia el proceso y no hacia el resultado.

Resumen y objetivos del paso 5: Elegir. El momento de la verdad

La idea de «lucha o huida» no tiene lugar en la mentalidad de un guerrero. Si decides no enfrentar un reto, no estás huyendo; te estás retirando conscientemente tras haberlo considerado. Por el contrario, si decides afrontarlo, no es una lucha, es un compromiso pleno.

La palabra de acción de este quinto paso es: Compromiso.

La transición hacia la acción es brusca y definitiva; marca un punto de inflexión, un auténtico momento de la verdad. Aquí ya no hay preparación: es momento de actuar. Cuando empieces, hazlo sin reservas y sin temor a nada ni a nadie.

Paso 6: Escuchar

Aquí comienza la tercera fase, la fase de acción. Ahora nos encontramos frente al reto, que debe verse como una oportunidad de aprendizaje y no como un obstáculo. La clave está en no distraerse intentando controlar el caos de la situación. Cuando entramos en acción, especialmente si se trata de un reto físico, el cuerpo toma el relevo de la mente consciente como protagonista. Sin embargo, esa mente consciente, con sus pensamientos limitadores y su ego, buscará intervenir para no sentirse desplazada. Nuestro objetivo es minimizar esa interferencia. No debemos pensar, sino silenciar la mente con técnicas centradas en el cuerpo: mantener una respiración regular y una mirada de “ojos blandos” que nos desconecte del pensamiento consciente.

La implicación en la acción parte de una intención inflexible, pero es importante mantener la atención plena. En algún punto, puede surgir la tentación de querer controlar la situación en lugar de confiar en el proceso, y es ahí donde la intención puede debilitarse. El ego, siempre presente, querrá retomar el control, insistiendo en la validez de sus ideas y en su capacidad de dirigir tanto la conversación como las acciones. Si nos volvemos inflexibles, nos ponemos a la defensiva en lugar de mostrar curiosidad, tratando de evadir la incomodidad del esfuerzo. Esto nos impide escuchar realmente.

«Escuchar» no se trata de oír con los oídos; es un estado de apertura mental y receptividad hacia lo que ocurre a nuestro alrededor. Esta actitud aporta flexibilidad y nos ayuda a relajar la expresión facial, desarrollando la mirada de «ojos blandos». Este enfoque no se centra en un solo punto, sino que amplía la conciencia periférica, permitiendo una concentración fluida y sostenida en la tarea.

Las expectativas rígidas son enemigas de la actitud de escucha. Si te concentras solo en el resultado, desarrollas expectativas que pueden arruinar la capacidad de actuar de manera espontánea y de comprometerse completamente con el proceso de acción. En cambio, si no te atas a expectativas específicas, puedes mantenerte en un estado de receptividad, prestar atención al presente y escuchar plenamente. Tu intención debe mantenerse en el aquí y ahora, no en el futuro, lo que te permite bailar con los inevitables cambios y ajustes que surjan. La única expectativa válida es la de aprender y confiar en tu capacidad.

Una expectativa a la que debemos renunciar es la relacionada con la dificultad del reto. La percepción de dificultad es una actitud mental. Nuestra intención debe ser aflojar esa rigidez mental y ver el reto como algo desafiante, sí, pero que brinda oportunidades de crecimiento y aprendizaje. Adoptar un estado mental más abierto y receptivo es tremendamente poderoso. Si la mente consciente comienza a dispersarse en pensamientos, la atención puede volver a centrarse en algo tan simple como la respiración.

Intuición

La intuición es un elemento claro y crucial; es una fuente valiosa de información que emana del subconsciente y se manifiesta como una sensación clara y específica. Al provenir de un nivel diferente al lógico y racional, la intuición está libre de esos pensamientos que habitualmente nos limitan. Es como una puerta de entrada a lo desconocido, más allá de nuestra zona de confort, que nos permite explorar posibilidades nuevas.

Es importante cultivar la receptividad hacia la intuición. Si alguna vez recibes un pensamiento que parece surgir de la nada, trata de mantenerte curioso y sigue su rastro, deja que te guíe. A menudo, esa pequeña chispa puede llevarte a una visión inesperada o un nuevo enfoque.

Existen varias formas de mejorar esta receptividad:

  • Observarse a uno mismo: manteniendo la posición de «testigo» que ya hemos comentado en pasos anteriores.
  • Respirar de forma continua: la respiración regular y profunda calma la mente y abre el espacio para que surjan intuiciones.
  • Permanecer abierto y curioso: adoptar una actitud de exploración en lugar de cerrarse ante lo desconocido.
  • No emitir juicios: centrarse en explorar opciones y posibilidades, evitando el impulso de valorar y etiquetar.
  • Formular preguntas y responder intuitivamente: en lugar de buscar respuestas inmediatas y definitivas, permitir que la intuición oriente las respuestas.

Nuestra percepción de lo que vemos, escuchamos o sentimos no es una representación pura de la realidad; es moldeada por nuestro estado mental, contexto y experiencias previas. La mente puede distorsionar lo que percibimos y, por tanto, la percepción se convierte en una construcción personal.

El guerrero aspira a agudizar y refinar su percepción, educando su mente para que se alinee con su amor por la vida y su sed de conocimiento. Al hacerlo, evita que las percepciones se vean influenciadas negativamente por experiencias pasadas o por miedos ilusorios. La verdad está ahí fuera y se encuentra presente en todo lo que nos rodea. Para acceder a ella, debemos escuchar y prestar atención activa, manteniendo una actitud abierta y libre de prejuicios, para que así la intuición tenga su espacio para manifestarse y ayudarnos a conectar con la esencia de cada experiencia.

Tener el control o estar controlando

Tener el control significa mantener una actitud de eficiencia y enfoque, permitiéndote avanzar de forma equilibrada a lo largo del desafío. Es estar presente, tomando decisiones con claridad y manejando las situaciones con flexibilidad y determinación.

Por otro lado, estar controlando es un comportamiento que te lleva a tratar de influir en elementos que están fuera de tu alcance. Este tipo de actitud malgasta energía y atención, alejándote de la acción directa y llevándote de vuelta a tu zona de confort. Intentar controlar lo incontrolable crea tensión y te frena en el proceso de aprendizaje y crecimiento.

Resumen y objetivos del paso 6: Escuchar

El objetivo en este paso es aceptar la realidad sin resistencia. En lugar de luchar contra los hechos, asúmelos como son y confía plenamente en el proceso de aprendizaje. Ahora nos encontramos en el núcleo del reto, donde nuestra meta final es aprender y crecer. No esperes otro resultado que no sea aprender de cada experiencia.

Cuando te encuentras fuera de tu zona de confort, inmerso en el caos del reto, es natural que la mente consciente (o ego) trate de rebelarse porque se siente fuera de control. Si permites que se infiltre en el proceso de reflexión, generará pensamientos de comodidad, justificaciones y dudas que intentarán frenarte. La clave es mantener una actitud de confianza que mantenga a raya la mente consciente y evite que te arrastre a sus pensamientos limitantes. Cuando esos pensamientos aparezcan, obsérvalos desde la posición de testigo y deja que se desvanezcan. La intención debe ser inamovible.

Una técnica efectiva para mantenerte centrado es respirar de forma consciente y regular. Dirigir tu atención a la respiración te conecta con el cuerpo, te aleja del flujo constante de pensamientos y te lleva de nuevo al fluir de la acción. Como bien dice el lema de Nike: «Just do it» (simplemente hazlo). Con esta desconexión de la mente consciente, permites que la información intuitiva fluya libremente desde tu subconsciente hacia la experiencia.

Una vez involucrado en el reto, la actitud debe transformarse en acción. Si nuestra meta es aprender, el verdadero aprendizaje solo se alcanza con la práctica y la experimentación; y solo seremos capaces de aprender si nos mantenemos abiertos y receptivos. Es hora de participar plenamente en el desafío de la manera más poderosa posible. Nos hemos comprometido y ahora toca liberar la mente consciente y confiar en el proceso.

La palabra de acción de este sexto paso es: Confiar.

Paso 7: El Viaje

En la fase de preparación, identificamos los miedos y las motivaciones que se basan en ellos. Nos enfocamos en adoptar una nueva perspectiva: una motivación basada en el amor y el aprendizaje. Con esto, pasamos de un enfoque de evasión a uno que busca mejorar, agudizando nuestra atención en la tarea.

Durante la fase de transición, nos comprometimos con la acción de forma plena. Ahora, en la fase de acción, debemos mantenernos enfocados en la tarea, evitando caer en la tentación de buscar comodidad o escapar del desafío.

Al aprender a ESCUCHAR, liberamos la intuición, minimizando la interferencia de la mente consciente.

En EL VIAJE, el objetivo es mantener la atención fija en el presente, encontrando calma y significado dentro del desafío. La clave está en concentrarnos en el caos del presente, donde nuestra atención realmente tiene valor y puede hacer la diferencia.

La competitividad de la vida. Mentalidad de destino vs mentalidad de viaje

Desde pequeños, nos enseñan a ser competitivos y a valorar nuestros logros y resultados, poniendo el énfasis en un destino futuro y sacrificando el bienestar del presente. El guerrero es realista; sabe que la vida es un viaje. En lugar de correr a ciegas hacia el siguiente destino, valora el propio viaje y vive conscientemente dentro de él. Con una mentalidad orientada al destino, nuestra atención se aleja del reto, desplazándose hacia el futuro. Si logramos permanecer centrados, no arruinaremos nuestro esfuerzo con la ansiedad que provoca la lejanía del destino.

Muchas veces nos decimos: “cuando resuelva este problema, me pondré manos a la obra”. Sin embargo, esa perfección rara vez llega; siempre hay algo que se interpone. ¿Por qué no actuar, haya o no caos? El guerrero sabe que el caos es inevitable, que forma parte de la vida. Busca encontrar armonía en medio de él y “bailar” con el caos. Al relajarse y dejar de desear que todo sea perfecto, maximiza su efectividad para funcionar en medio de la incertidumbre. La clave es aceptar la naturaleza caótica del reto (o de la vida) y dirigir toda nuestra atención hacia él con una mentalidad de viaje.

El guerrero no juzga el resultado como éxito o fracaso; su objetivo es aprender. Podemos temer fracasar o angustiarnos por lograr el éxito, pero con ambas actitudes perdemos atención y nos enfocamos solo en el destino. Uno de los síntomas más frecuentes de esta mentalidad es el nerviosismo antes de afrontar el esfuerzo. El éxito o el fracaso no existen en el presente; solo existen el esfuerzo y la acción. El ego no sirve para aprender y se siente incómodo en el caos, siempre queriendo regresar a la zona de confort. La mente consciente habita en el pasado o en el futuro, mientras que la inconsciente y el cuerpo están en el presente. Cuando la mente consciente se activa, crea un espacio por donde entra el miedo y se escapa la atención.

Dirigir el esfuerzo hacia el aprendizaje y el poder personal facilita alcanzar nuestras metas. La mentalidad de viaje está basada en el amor por el desafío y en la implicación total. Cuando amas el reto y abrazas el caos, concentras toda tu atención en él, fluyes con la experiencia en lugar de luchar contra ella o desear que termine.

Además, si no mantenemos la atención en el presente, no recordaremos la experiencia, y la vida es una acumulación de experiencias. Permanecer en la incomodidad del presente hace que la experiencia sea mucho más rica y, en ocasiones, incluso se puede disfrutar del sufrimiento. El arte de la mentalidad de viaje consiste en mantener esa actitud, incluso en una actividad de solo cinco minutos.

Resumen y objetivos del paso 7: El viaje. Armonía bajo presión

La clave es centrar la atención en el presente y no perderla en el futuro o el pasado. Solemos escapar de la incomodidad, dejando que nuestra atención se desplace del viaje hacia el destino.

Debemos mantener una intención inflexible: asumir los factores estresantes sin luchar contra ellos. Encontrar comodidad en el caos, abrazándolo y fluyendo con él. Adaptarnos a las circunstancias cambiantes de la vida, y adoptar una actitud que valore el reto y el aprendizaje. Marcarse metas que prioricen el proceso y el esfuerzo, permaneciendo siempre centrados en el presente.

Nuestro tiempo en la tierra es limitado; es un regalo y un milagro que estemos aquí. Cada momento cuenta: cómo vives cada día es cómo vives tu vida. Al ser conscientes de nuestra mortalidad, dejamos de aferrarnos a destinos insignificantes y dirigimos nuestra atención a lo que realmente importa: aprendizaje y crecimiento. El guerrero se esfuerza por asumir cada acción como si fuera su última «batalla» en la tierra. Su comodidad proviene de estar en contacto con sus valores más profundos: aprender de la experiencia, amar la vida, aumentar su poder personal y sentir la alegría del esfuerzo.

Cuando tu atención divague, recuérdate con determinación que vuelvas a la tarea que tienes delante. La palabra de acción de este séptimo y último paso es: Atención.

Epílogo

Cuando a muchos de los mejores deportistas se les pregunta sobre su éxito y su motivación para mantenerse, la mayoría responde que se debe al profundo amor por lo que hacen. Esa motivación basada en el amor surge del presente y se enfoca en el aprendizaje.

Nacemos y morimos; lo de en medio es un viaje. Experimentaremos mayor armonía si nos integramos en su proceso positivo: el crecimiento. Vivimos en un mundo dinámico, y si nos anclamos a una zona de confort rígida, entonces estamos muriendo, lentamente, pero muriendo. Para seguir “vibrando”, debemos implicarnos en la vida y asumir riesgos para aprender y crecer.

Aprender implica resolver problema tras problema, pasar de una oportunidad a otra.

Un guerrero se prepara para los riesgos, utiliza la atención para recopilar información, se retira a la posición de testigo, se centra en sí mismo para estar presente, analiza las consecuencias, pero enfoca las posibilidades. Si decide afrontar el reto, se compromete incondicionalmente con el esfuerzo. Entra en un nuevo dominio, acompañado por un potencial no descubierto. Puede que en algún momento surjan dudas y miedo, pero los disipa y permanece fiel a su intención de actuar, centrado en el presente, en el proceso (el viaje), y no en el resultado (el destino). Nunca espera respeto, aprobación o admiración; solo busca encontrar equilibrio y armonía dentro del caos y estar en paz consigo mismo.

FIN

Esto es todo. Recordad que todo lo anterior no son palabras mías; lo único que he hecho es un resumen del libro Guerreros de la Roca de Arno Ilgner. Bueno, en realidad, no solo es un resumen, sino también una adaptación, ya que el libro, como mencioné al principio, se enfoca en la mentalidad durante la escalada. Sin embargo, creo que puede aplicarse a cualquier reto o desafío que nos propongamos, ya sea un entrenamiento duro, una competición, un cambio de hábitos alimenticios, pasar del sedentarismo a hacer ejercicio, sacar adelante un negocio, preparar unos exámenes, escribir un libro o cualquier cosa que nos saque de la zona de confort. Y, como también dije, a la vida misma, que es nuestro mayor desafío.

Si no queremos ser rebaño, debemos crecer; y no se puede crecer sin aprender ni aprender sin salir de la zona de confort. Espero que este artículo pueda ayudar a alguien, como a mí me ayudó el libro, a salir de esa zona de confort con la mente puesta en el camino, y no solo en el destino.

Cuando hablamos de aprendizaje y conocimiento, no nos referimos a saber los afluentes del río Miño ni el nombre de los reyes Godos; hoy en día, eso está a un clic de distancia. Hablamos de aprendizaje que aumente nuestro poder ante la vida, basado en la experimentación y la acción. Una buena idea sin acción no sirve de nada. Y si resulta que la idea no es tan buena, es en los errores donde más se aprende. Cuando Thomas Edison fue preguntado por un periodista sobre los casi mil fallos que tuvo antes de dar con el filamento de tungsteno, respondió: “No fracasé, solo descubrí 999 formas de cómo no hacer una bombilla”.

Todo lo anterior hasta ahora son solo palabras; leerlo y entenderlo es la parte fácil, aplicarlo es lo difícil. Hay que practicarlo día a día, mantener la atención. Incluso se puede releer el texto de vez en cuando, porque al final, el ego siempre tira para su lado, y si no tiramos nosotros en la dirección contraria, volvemos a nuestro estado basal primigenio. Pero hay dos cosas buenas: 1) al salir de la zona de confort, crecemos, y nuestro estado basal ya nunca es el mismo de antes, y 2) el crecimiento no tiene límites; podemos seguir haciendo esto hasta el infinito, porque no hay destino final.

Nos vemos en el camino.

Foto de Curro Clavero
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