Paso 2: La Vida es Sutil
La esencia de la vida está en los pequeños detalles, y para aprovecharla al máximo, es necesario mantener una conciencia plena y una atención dirigida. Tras haber «limpiado» nuestra mente de distracciones en el primer paso, el objetivo ahora es concentrar esa atención en lo que realmente importa.
Hay dos puntos fundamentales que debemos considerar en este paso:
- Las pequeñas cosas importan. Todo lo que hacemos, por más sutil que sea, tiene un impacto. Es importante reconocer que nuestras acciones y decisiones, aunque parezcan insignificantes, pueden tener consecuencias significativas.
- Cuerpo y mente están conectados. No podemos separarlos; forman una unidad. Lo que ocurre en el cuerpo afecta a la mente, y viceversa. Esta interrelación nos ayuda a entender que una acción consciente y deliberada impacta positivamente en ambos aspectos.
Serenidad y aplomo
Este concepto se basa en tres elementos clave:
- El cuerpo (postura física): La postura afecta directamente nuestro estado mental y nuestra energía. Una mala postura malgasta poder y afecta negativamente la mente, mientras que una buena postura genera confianza y bienestar. El lenguaje corporal emite señales hacia el exterior y también hacia nuestro interior, influyendo en cómo nos sentimos. Para mantener al ego bajo control, evita encogerte o disculparte por ocupar espacio. La postura recomendada es estar de pie de manera equilibrada, con la espalda recta, las caderas ligeramente hacia adelante, los hombros hacia atrás y los pulmones abiertos. Además, la expresión facial es fundamental: una cara relajada, con una mirada que abarque todo el campo visual (llamada “ojos blandos”), favorece una mente tranquila y receptiva. Esto contrasta con una mirada enfocada en un solo punto, que tiende a generar una mentalidad más rígida y ansiosa.
- La respiración (integración cuerpo-mente): La respiración es un puente entre cuerpo y mente. Existen dos tipos de respiración: la involuntaria/inconsciente, que refleja el estado actual del cuerpo-mente, y la voluntaria/consciente, que puede modificar ese estado. Una respiración profunda, lenta y regular envía al subconsciente un mensaje de calma y control. Una respiración consciente y relajada se realiza desde el estómago, mientras que la respiración tensa se queda en el pecho. Como ejercicio práctico, te sugiero una técnica simple que aprendí de Andrew Weil, profesor de medicina de Harvard. Consiste en un ejercicio de respiración que toma solo un minuto y es muy efectivo para relajarse. Aquí tienes el enlace al video explicativo: Ejercicio de respiración de Andrew Weil.
- La mente (postura mental): El verdadero aprendizaje ocurre durante el proceso de desafío. A través de los retos, nos esforzamos, aprendemos sobre nosotros mismos y aplicamos ese conocimiento para crecer. Aprender y evolucionar implica modificar nuestras creencias, y para ello es esencial mantener la mente abierta. No rechaces nuevas ideas sin antes evaluarlas y reflexionar sobre ellas. Aquí hay cuatro técnicas para gestionar tu diálogo interno y potenciar tu capacidad de acción:
- Actitud de posibilidad: En lugar de pensar «no puedo», cambia tu diálogo interno a «esto es posible».
- Palabras de poder: Utiliza un lenguaje que te empodere (profundizaremos en esto más adelante).
- Hablar de forma asertiva: Orienta tus palabras hacia resultados positivos. La clave está en centrarse en la acción que deseas realizar, en lugar de lo que quieres evitar. Por ejemplo, di «voy a concentrarme en la tarea» en lugar de «no debo desconcentrarme».
- Hacerte preguntas: Las afirmaciones no dejan espacio a nuevas opciones, mientras que las preguntas invitan a buscar soluciones y enviar señales al subconsciente para encontrar respuestas. Un ejemplo sería cambiar «este entrenamiento es muy duro» (pasivo) por «¿qué puedo hacer para sacarlo adelante?» (proactivo: te sitúa en el proceso de solución de problemas).
Palabras de poder
Para actuar con intencionalidad, debemos hablar con intencionalidad. Hay ciertas palabras y expresiones que NO son útiles para el guerrero y que deberíamos evitar:
- Éxito y fracaso: En lugar de etiquetar los resultados como «éxito» o «fracaso», enfócate en tus acciones: qué te han aportado, qué has aprendido y qué podrías modificar la próxima vez. El valor está en el proceso y el aprendizaje, no en el resultado.
- Bien y mal: Son términos cargados de juicio, basados en valores y creencias subyacentes. No juzgues; describe. Por ejemplo, en lugar de decir «qué mal que está lloviendo», di «está lloviendo; hoy nos mojaremos». Elimina la carga negativa de tus palabras y enfócate en la realidad de la situación.
- Preocupado: Esta palabra es la expresión pasiva del miedo. En lugar de preocuparte, enfréntate activamente a la situación. No te quedes en el miedo; actúa para mejorar lo que puedas. Sé proactivo y curioso.
- «Ten cuidado»: Un enfoque pasivo que transmite miedo o precaución excesiva. En vez de decir «ten cuidado», di «presta atención». Un guerrero no es solo cuidadoso; es observador y atento, manteniéndose presente y centrado en la acción.
- «Tengo que…»: Esta expresión suele ir acompañada de una tarea que no nos agrada, implicando que no tenemos opción. Esto nos sitúa como víctimas pasivas de las circunstancias, cuando en realidad siempre somos responsables de nuestras acciones y decisiones. Por ejemplo, cambia «tengo que empezar a hacer ejercicio y cambiar mi dieta» por «decido hacer ejercicio y modificar mi alimentación». La diferencia está en asumir el poder de elegir.
- Intentar: Esta palabra denota indecisión y te brinda una posible excusa para no alcanzar el objetivo. Decir «lo intentaré» establece un límite verbal a tu capacidad. Un guerrero no «intenta»; un guerrero «hace». Se compromete con el proceso, priorizando el esfuerzo sobre el resultado final. El esfuerzo es algo que se aplica, no algo que se intenta.
Resumen y objetivos del paso 2: La vida es sutil. Céntrate en ti mismo
El Paso 1 (tomar conciencia) nos permitió descubrir las fuentes de poder interno y desarrollar un sistema de valores enfocado en el aprendizaje y el crecimiento. Ahora, en este Paso 2, tomamos ese conocimiento para moldear intencionadamente nuestro cuerpo y mente. Refinamos ese sistema y lo aplicamos de forma consciente.
Recuerda que las cosas pequeñas importan; cada detalle, por sutil que sea, tiene un impacto. Cada acto debe ser un acto de voluntad deliberada.
La palabra clave para este segundo paso es: Centrar. Centrar la atención como lo haría un guerrero.
Paso 3: Aceptar la Responsabilidad
En este paso, usamos nuestra atención y concentración para atravesar engaños y creencias erróneas que puedan afectar la forma en que abordamos un reto o desafío. Tendemos a culpar a los demás por nuestros propios errores, evitando tomar responsabilidad de lo que nos sucede.
El ego suele intervenir para eludir responsabilidades, vinculando la autoestima con logros y actuaciones que dependen de factores externos. Pero la clave está en escoger, en tomar decisiones y asumir la responsabilidad de ellas. Desear que las cosas sean diferentes, enfadarse, culpar o quejarse no cambia la realidad; solo dispersa nuestra atención en asuntos que ya no podemos modificar, dejándonos en un estado de impotencia y pasividad.
La actitud correcta es aceptación. Sin importar las circunstancias, debemos mantenernos atentos, pacientes y relajados en cada paso del proceso.
Eludir y aceptar
Existen dos grandes obstáculos para aceptar la responsabilidad:
- Distanciamiento de la realidad.
- Pensamiento pasivo.
El comportamiento anhelante, el típico «me gustaría que…» abarca ambos. Perder la atención en fantasías nos aleja del análisis activo. Esperar es tan pasivo como desear.
El peor error es quejarse y adoptar la actitud de víctima: «Pobre de mí…», «Todo me pasa a mí…». Esta mentalidad disminuye nuestra capacidad para actuar y nos debilita. Un guerrero se preocupa de forma pragmática: aprende a responder a los desafíos de manera que aumente su poder y control sobre la situación.
Describir objetivamente
Nuestras expectativas a menudo nublan nuestra objetividad. Recolectar información objetiva requiere esfuerzo, ya que la realidad es escurridiza y compleja. El miedo, el autoengaño y las justificaciones pueden distorsionar nuestra percepción, llevándonos a mentirnos sobre la verdadera naturaleza de una situación. Somos ingeniosos al crear justificaciones que respaldan nuestros puntos de vista. Se necesita mucha honestidad para desenmascarar estas pequeñas mentiras y asumir la realidad tal como es.
Además, nuestras experiencias pasadas nos condicionan y afectan nuestra objetividad. Asociaciones como «ayuno-hambre» o «competición-sufrimiento» pueden influir en la forma en que interpretamos el presente. Ser conscientes de estos patrones nos ayuda a describir las situaciones de manera más objetiva y a liberarnos de los aspectos limitantes que esas experiencias puedan tener sobre nosotros.
Honestidad radical
La honestidad con uno mismo es fundamental para mantener una atención clara y fuerte. La autojustificación y la transferencia de culpas son mecanismos que usamos para evitar asumir la responsabilidad:
- Culpabilizar: Trasladamos la responsabilidad a algo o alguien más, lo que nos exime de actuar y cambiar la situación.
- Justificar: Nos enfocamos en defender nuestras acciones en lugar de reflexionar sobre ellas y pensar cómo mejorar en el futuro.
Resumen y objetivos del paso 3: Aceptar la responsabilidad. Afrontar la realidad.
Con este paso, ampliamos nuestro campo de influencia y reducimos el poder que concedemos a factores fuera de nuestro control. Dejamos de desear que las cosas fueran diferentes y de culpar a otros; en lugar de eso, aceptamos que la vida es difícil y enfrentamos las dificultades como algo natural. Entendemos los retos como oportunidades para aprender y crecer, abrazando las dificultades en lugar de malgastar energía tratando de escapar de ellas.
La palabra de acción de este tercer paso es: Aceptar. Aceptar la responsabilidad es aumentar nuestro poder, hallando paz dentro de las dificultades y fortaleciendo nuestra capacidad de actuar.
Paso 4: Dar
Este paso se enfoca en cultivar una actitud poderosa frente al desafío, centrándonos en lo que podemos DAR al esfuerzo en lugar de en las dificultades del reto.
La sociedad suele poner énfasis en el logro final, pero es más efectivo incentivar el esfuerzo que lleva a ese logro. Muchas veces somos educados con una mentalidad de recibir: «¿Qué voy a obtener?» en lugar de «¿Qué puedo aportar?». Cuando se adopta esta mentalidad receptiva, se espera que las cosas lleguen por derecho propio, lo que nos lleva a una postura pasiva y reduce nuestro compromiso con el esfuerzo.
El guerrero rechaza esta noción de derecho. Esperar resultados sin actuar es una actitud pasiva que no nos lleva a esforzarnos verdaderamente. En la realidad, no existe un derecho inherente a la felicidad, y ningún logro garantiza un estado de bienestar duradero. Lo que realmente poseemos, y lo que nadie nos puede arrebatar, es la capacidad de aprender y crecer, lo cual requiere esfuerzo. Cuanto más esfuerzo ponemos, más obtenemos; la combinación de dar y aprender es lo que genera felicidad y realización personal.
La Actitud de Dar: Gratitud y esfuerzo
La actitud de DAR surge del agradecimiento por lo que tenemos, no solo por lo que nos ha llegado fácilmente, sino especialmente por los obstáculos y desafíos que nos han moldeado. En lugar de enfocarnos en lo que nos falta, el guerrero agradece por lo que posee, usándolo como fuente de poder para superar el reto.
Lo que no poseemos no nos ayuda a avanzar, pero lo que sí tenemos —nuestros recursos, habilidades, experiencias— nos empodera. Si apreciamos y valoramos lo que poseemos, estaremos más preparados y motivados para DAR lo mejor de nosotros mismos, que siempre será más de lo que imaginamos.
Expectativas: Mantén una Actitud de Posibilidad
Es esencial afrontar cualquier desafío con confianza, pero sin caer en un exceso que pueda llevar a subestimar su dificultad. Las expectativas rígidas o inflexibles limitan el aprendizaje y, en última instancia, afectan nuestra evolución personal. La clave es centrar nuestras expectativas en la posibilidad, el esfuerzo y el aprendizaje, no en el resultado final. Lo importante es el acto de dar lo mejor de nosotros; sin este compromiso total, no hay verdadero aprendizaje ni crecimiento.
Si nos entregamos al reto con la expectativa de aprender y manteniendo la atención en el momento presente, seremos más eficaces y, a su vez, aprenderemos más. Los desafíos son la mejor forma de desarrollarnos, pero si ponemos toda nuestra energía solo en el resultado, podríamos acabar frustrados. Cualquier esfuerzo que no sea del 100% probablemente dificultará que enfrentemos el reto de manera efectiva, lo que podría llevar a un ciclo de frustración y baja motivación.
La mentalidad de DAR se centra en el proceso, el «cómo». No se trata de «ser» algo en particular, sino de estar en un estado de aprendizaje continuo, siempre mejorando nuestras habilidades y herramientas. Este proceso constante de enriquecimiento es lo que aumenta nuestro poder personal.
Pensamiento radical: Liberarse y Creer en las Posibilidades
Adoptar un pensamiento creativo y radical permite liberarse de creencias y limitaciones mentales previas. Lo que antes se veía como imposible, ahora puede transformarse en algo posible y alcanzable. Es crucial ver el potencial dentro de nosotros mismos y creer que podemos afrontar grandes retos, ya que nuestra percepción de posibilidad define nuestra capacidad para avanzar y evolucionar.
Resumen y objetivos del paso 4: Dar. Concentrar.
La palabra clave de este paso es: Concentrar.
El objetivo aquí es enfocar nuestra atención en comprometernos con la situación, dirigiéndola de manera deliberada hacia la tarea que tenemos por delante. Se trata de aprovechar al máximo nuestras capacidades y habilidades para dar lo mejor de nosotros en cualquier esfuerzo. Al concentrar la atención y darlo todo, expandimos nuestra zona de confort y aumentamos nuestras habilidades. Esa es la verdadera meta. Es importante no dejarnos atrapar por un «pensamiento receptor», que solo busca obtener sin dar.